Subido en la cresta de la ola de las encuestas
favorables, Junior se veía poco menos
que el próximo presidente del gobierno de España y, casi casi, el nuevo adalid
de la izquierda europea.
Sin embargo, los sucesivos procesos electorales –que
son las encuestas que verdaderamente importan, al fin y a la postre- le han ido
otorgando a sus formaciones (la fetén
y las distintas marcas blancas engaña
incautos) unos resultados, si bien apreciables, no tan halagueños como se
esperaba el de la coleta.
Ahora, ni siquiera las encuestas les son
favorables. Superados por el nuevo niño
bonito de la política española, ven incluso peligrar el primer puesto de la
izquierda. Y, al tiempo que pide a sus huestes fidelidad absoluta a su persona
(desde luego, eso de la adhesión inquebrantable al líder es algo de lo más
progresista, véase por ejemplo Corea del Norte), busca desesperado unos pactos que antes despreciaba con soberbia.
Lo dicho, cagaíto
de miedo…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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