Que la unidad de acción entre el PSOE y los neocom iba a tener consecuencias
indeseadas por y para los primeros era algo meridianamente claro desde el
minuto cero. Cada vez que el PSOE, angustiado ante los malos resultados
electorales, se ha arrejuntado a
algún partido a su izquierda, los resultados han sido poco menos que
catastróficos: la unión con los comunistas en el año 2.000, que le dio mayoría
absoluta a Aznar; los tripartitos con IRC, que han conducido al PSC –bueno, eso
y su seguidismo general de las tesis necionanistas,
intentando ser más papistas que el papa- a la casi irrelevancia electoral; el bipartito andaluz, finiquitado con unas
elecciones anticipadas que buscaban dar mayor estabilidad y que han tenido
sobre ascuas a la región –y, de rebote, a España entera- más de dos meses…
En Madrid, el apoyo del PSOE a doña Rojelia y sus neocom
ya se ha cobrado la primera víctima, en la persona del cabeza de lista a las
elecciones municipales. Descabalgado, se ha liado a dar coces, en forma de
impugnación del último congreso regional en el que, apeado Fostiatus, se renovó la dirección. Lógicamente, los órganos del
partido consideran (o dicen considerar) dicha impugnación como un tema menor.
Como dice el refrán, nada es verdad ni mentira,
sino que todo es función del color del cristal con que se mira. Lo que para
unos es vital, para otros es menos que nada… o al menos así deben aparentarlo
cara al público, no sea que de vital se transforme en mortal de necesidad.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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