Dentro
del autoproclamado mundo de la cultura
son comunes los desplantes a España, sobre todo cuando gobierna el Partido
Popular. Varios artistas de los que ya nadie se acuerda, en vísperas de
celebrarse comicios, amenazan con cambiar de residencia e irse al extranjero si
no gana el partido o la opción que ellos prefieren. Es probable que no se
percaten de que semejantes baladronadas –porque, al final, acaban quedándose en
España- suponen para algunos de nosotros un acicate para no votar a esas
opciones, en la futil esperanza de que finalmente podremos vernos libres de
ellos.
Esa hipocresía
aumenta cuando de por medio anda el maldito parné. El último Premio Cervantes
juró por activa y por pasiva, cuando no esperaba recibirlo, que nunca lo
aceptaría; pero cuando se lo concedieron, se apresuró a aceptar el galardón… y
la dotación económica del mismo. Más recientemente, el estrábico creyente en
Billy Wilder ha excretado lindezas como que no se ha sentido español ni cinco minutos, o que desearía que en
la Guerra de la Independencia hubieran ganado los franceses.
El
dinero, eso sí, para la buchaca.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario