Cuando escribo esta entrada, poco después de las ocho y media del Domingo 27, no sé todavía cuáles han sido los resultados electorales de los comicios catalanes. Sí sé que las encuestas a pie de urna dicen dos cosas: que la lista unitaria de los secesionistas no alcanzaría por sí sola la mayoría absoluta, y que sí lo lograría con el apoyo del partido del energúmeno de la sandalia.
De este estado de cosas no es responsable, como dijo Pedro Sánchez hace una semana, el presidente del gobierno. Al menos, no lo es en exclusiva, ni tampoco en la parte más importante. Mucha más culpa de este estado de cosas la tiene la izquierda española en general, y el partido del señor Sánchez en paricular.
Porque fue ese partido el primero en reclamar el apoyo de los regionalistas catalanes para mantenerse en el gobierno de España. Fue ese mismo partido el que paralizó el proceso judicial que habría acabado con los huesos de Jorgito Polluelo en la cárcel. Fue ese mismo partido, o su sucursal regional, el que impulsó un estatuto innecesario e inconstitucional, y fue también ese partido el que maniobró en el Tribunal Constitucional (órgano que ellos prostituyeron casi desde su nacimiento, con la decisión sobre la expropiación de Rumasa) para que semejante aberración legal saliera adelante. Fue, en fin, ese mismo partido el que, cuando llegó al gobierno regional, siguió una política tan sectaria, si no más, como la que habían seguido los necionanistas durante dos décadas largas.
Así pues, señor Sánchez, mierda para todos. Pero es en el partido de Ferraz donde rezuma el estiércol, en este tema y en otros muchos.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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