Fue leyendo El corsario de hierro cuando por primera vez me topé con la expresión con razón o sin razón, mi país es lo primero.
Aunque, al parecer, la frase no surgió hasta dos siglos después de la época en
la que está ambientada la citada historieta, define a la perfección la actitud
tradicional de los británicos, un pueblo en general poco dado a veleidades y
más bien práctico.
Aunque, como en todos los países, han surgido
iluminados de uno y otro signo, no es allí lo habitual. Por ello, cuando lo que
llaman el Pablo Iglesias británico
(aunque, dada su edad y postulados, parece más bien el equivalente, ligeramente
más joven, de Julio Anguita) apareció con posibilidades de encaramarse a la cúpula del Partido Laborista, los dirigentes presentes y pasados de éstos, de
Tony Blair a Gordon Brown, alertaron de que la radicalización del mensaje del
partido supondría entregar a los conservadores la mayoría absoluta en bandeja
de plata.
Parece que algunos promocionaron a este tal Jeremy
Corbin para que funcionara como una especie de revulsivo dentro del partido.
Ahora que finalmente ha sido elegido, lo que puede que sea, fuera del partido,
es un repulsivo. Con pe.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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