Hablábamos ayer de las tensiones a las que se ve
sometida la alcaldesa de Madrid. Una de ellas, y no la menor precisamente, es
la de estar permanentemente rectificando las proclamas de los juveniles y
entusiastas miembros de su equipo de (des) gobierno.
Una de ellas tiene que ver con la recurrente
disquisición neocom de qué parte de
la deuda es legítima o no. Legos como son en Derecho, Economía y, en general,
cualquier disciplina académica medianamente seria, es imposible convencerles de
que cuando una deuda se ha contraído conforme a todos los requisitos legalmente
establecidos, es legítima, y por lo tanto ha de pagarse.
Sin embargo, los neocom madrileños, al igual que los gaditanos, hablaron a finales
de Agosto de dejar el futuro de la deuda de la Villa y Corte en manos de votaciones ciudadanas, y de someter los
debates ciudadanos a votaciones democráticas que determinarán qué hacemos.
Una semana escasa después la descansada alcaldesa tuvo que contradecir (contradizcar, dirían los perroflautas) a
su concejal de economía y declarar que iban a pagar la deuda religiosamente. Curiosa expresión para
alguien que se declara atea y que encabeza un grupo de furibundos
anticatólicos.
En cuando a lo de determinar qué hacen mediante
votaciones democráticas, más les vale tener cuidado, no sea que los ciudadanos
decidan votar… botarles.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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