Los
neocom llegaron a la política como
adalides de la decencia, la honradez, la honestidad y todas las virtudes que
deberían adornar a los políticos de toda laya y que, desgraciadamente, adornan
a tan pocos. Ellos no eran como la casta,
ellos eran diferentes: más castos, más puros, más fieles a sus principios y a
sus códigos éticos, deontológicos y hasta parapsicológicos. Narices.
Cuando
llegaron al poder se vio que eran más de lo mismo. Iba a añadir pero peor. No es así, es lisa y
llanamente más de lo mismo. Igual de corruptos, igual de amiguistas, igual de
embusteros, igual de sectarios. Se han castificado
a toda velocidad, si no es que ya venían castificados
de origen.
Con
un agravante, eso sí: siguen comportándose en las poltronas públicas igual que
si siguieran en esas asambleas de perroflautas
que ocuparon las vías y plazas públicas –generalmente, de municipios gobernados
por el PP, probablemente no por casualidad- tras el quince de Mayo de no
recuerdo ya qué año, ni falta que hace. Siguen lanzando las mismas soflamas,
las mismas consignas y las mismas mentiras.
Pero
las cosas han cambiado, aunque ellos parecen no darse cuenta. Sus majaderías no
son ya únicamente percibidas por los cuatro gatos (pulgosos) que les rodeaban,
sino que, al hablar desde un puesto público, el alcance es mucho mayor. Y las
consecuencias también. Es el caso de la notoria (en el sentido que el adjetivo
tiene en inglés, es decir, tristemente
famosa) concejal peruana (dicho sea sin ánimo xenófobo, faltaría más, sino
sólo a efectos identificativos sin necesidad de dar su nombre) en el
consistorio madrileño, que tras los sucesos en Lavapiés lanzó una serie de
declaraciones que han hecho que sea imputada por injurias a la Policía Municipal.
De
acuerdo con el código ético de los neocom,
sólo por ser imputada debería haber dimitido (como Maestripper, como el eslabón perdido, como… tantos otros) de su
puesto. ¿Lo hará? No lo creo.
A
lo mejor es que como los neocom son
un batiburrillo de corrientes, sensibilidades, movimientos, plataformas y demás
compañeros mártires, en código ético de la sucursal andina no rige el principio
antedicho…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!