Una
parte no desdeñable de la culpa de lo que hoy ocurre en Cataluña (y amenaza con
extenderse a comunidades limítrofes) es achacable a los llamados partidos nacionales y a los sucesivos
gobiernos que esos partidos han sostenido, pasados y presente.
Siendo
como soy de derechas, tiendo a atribuir una mayor cuota de responsabilidad al
PSOE y a su franquicia autónoma (que no autonómica), el PSC. Aun admitiendo la
posibilidad bastante probable de que en esa tendencia influya mi sesgo
ideológico, creo que los hechos me apoyan (probablemente, si algún lector cojea
de pie distinto al mío, rebatirá esos hechos y aportará otros en los que la
culpa será del PP). Sin ánimo de abrumar con argumentos, mencionaré sólo uno:
fue un presidente socialista –el último que ha habido en España, esperemos que
para mucho tiempo, visto el panorama presente- el que dijo, incluso antes de
llegar al palacio de la Moncloa como inquilino, que aceptaría cualquier cosa que viniera de la
asamblea legislativa regional; y fue ese mismo presidente el que, en una
reunión nocturna al margen de cualquier procedimiento democrático, sacó
adelante los apoyos para el malhadado y sedicioso nuevo estatuto de autonomía. Eso,
por no hablar del torcimiento de brazo al Tribunal Constitucional con la
decisión sobre la norma de marras.
El
gobierno actual tampoco es que haya hecho las cosas como debe. Ha aplicado el
artículo 155 de la Constitución, sí; pero lo ha hecho de una manera tan suave,
tan leve, tan ligera, que en realidad nada ha cambiado (a mejor): salvo en el
hecho de que no hay un presidente regional stricto
sensu, todo sigue como estaba, o peor.
Por
eso, que ahora el Partido Popular busque que la asamblea legislativa regional inste (gracioso el verbo, teniendo en
cuenta que van de la mano con los que van después de este paréntesis) a la
televisión regional a no hacer apología de la violencia de los sedicentes y
sediciosos comités de defensa de la república movería a risa si la cosa no
fuera tan seria.
Lo
mismo cabe decir del hecho de que la entrevista en dicho medio a Cocomocho haya provocado una ofensiva de
los naranjitos para el control
parlamentario del ente. Mayor delito tiene incluso, puesto que es una formación
nacida en la región como reacción contra el estado de cosas imperante.
No
es que tenga demasiadas esperanzas de que las cosas vayan a cambiar en el
sentido en el que deberían, la verdad…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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