viernes, 27 de abril de 2018

Ni ética ni estética


Los neocom llegaron a la política como adalides de la decencia, la honradez, la honestidad y todas las virtudes que deberían adornar a los políticos de toda laya y que, desgraciadamente, adornan a tan pocos. Ellos no eran como la casta, ellos eran diferentes: más castos, más puros, más fieles a sus principios y a sus códigos éticos, deontológicos y hasta parapsicológicos. Narices.
Cuando llegaron al poder se vio que eran más de lo mismo. Iba a añadir pero peor. No es así, es lisa y llanamente más de lo mismo. Igual de corruptos, igual de amiguistas, igual de embusteros, igual de sectarios. Se han castificado a toda velocidad, si no es que ya venían castificados de origen.
Con un agravante, eso sí: siguen comportándose en las poltronas públicas igual que si siguieran en esas asambleas de perroflautas que ocuparon las vías y plazas públicas –generalmente, de municipios gobernados por el PP, probablemente no por casualidad- tras el quince de Mayo de no recuerdo ya qué año, ni falta que hace. Siguen lanzando las mismas soflamas, las mismas consignas y las mismas mentiras.
Pero las cosas han cambiado, aunque ellos parecen no darse cuenta. Sus majaderías no son ya únicamente percibidas por los cuatro gatos (pulgosos) que les rodeaban, sino que, al hablar desde un puesto público, el alcance es mucho mayor. Y las consecuencias también. Es el caso de la notoria (en el sentido que el adjetivo tiene en inglés, es decir, tristemente famosa) concejal peruana (dicho sea sin ánimo xenófobo, faltaría más, sino sólo a efectos identificativos sin necesidad de dar su nombre) en el consistorio madrileño, que tras los sucesos en Lavapiés lanzó una serie de declaraciones que han hecho que sea imputada por injurias a la Policía Municipal.
De acuerdo con el código ético de los neocom, sólo por ser imputada debería haber dimitido (como Maestripper, como el eslabón perdido, como… tantos otros) de su puesto. ¿Lo hará? No lo creo.
A lo mejor es que como los neocom son un batiburrillo de corrientes, sensibilidades, movimientos, plataformas y demás compañeros mártires, en código ético de la sucursal andina no rige el principio antedicho…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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