Los secesionistas catalanes amenazan con irse. Amagan con irse. Fintan con irse. Pero, mientras se van, se quedan. Y mientras se quedan, como los parásitos que son, le chupan toda la sangre que pueden al país al que pertenecen.
Y
esto lo hacen en todas las instancias y en todos los ámbitos. El Farça se ha posicionado del lado de los
golpistas y a favor de la secesión, pero sigue jugando las competiciones
españolas porque son las únicas en las que –al fin y al cabo, la pela es la
pela- conseguiría la repercusión mediática que necesita para sobrevivir en un mundo
tan mercantilizado como el del fútbol actual.
Por
eso, aunque la prensa catalana jalee la bronca en la final de la Copa de Su
Majestad el Rey de fútbol, y aunque las propuestas independentistas incluyan no jugar la copa del Borbón o vestir con los colores del escudo del rey de Aragón –pues eso y no otra cosa son las
cuatro barras rojas sobre fondo amarillo a la que los catalanes llaman bandera-
que, al fin y al cabo, es también el Borbón, acabarán jugando y alentando la
pitada al himno del país al que pertenecen y al Jefe del Estado al que
pertenecen.
Aunque,
bien visto, que jueguen de rojo y amarillo. Ese uniforme es gafe para ellos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario