Hace
un par de semanas -¿ya? ¡Cómo pasa el tiempo!- fallecía un inmigrante senegalés
a pesar de los esfuerzos de dos policías municipales por reanimarle. Naturalmente,
los neocom aprovecharon la ocasión
para hacer leña del árbol caído.
Poco
les importó que la muerte del senegalés se produjera a causa de un infarto. Poco
les importó tener responsabilidades de gobierno. Cualquier pretexto es bueno
para hacer demagogia barata… aunque lo de barata
se queda corto, porque soltaron proclamas de la más baja categoría
intelectual (no digamos ya moral): que si el fallecido era una víctima del sistema capitalista, que si la policía no estaba para castigar a un barrio (cuando, por
lo que se ve por las imágenes de televisión, las fuerzas del orden demostraron
una paciencia y aguante dignos de todo encomio)…
Naturalmente,
doña Rojelia respaldó a aquellos de
sus concejales que propalaron el bulo sobre lo sucedido, y con sorpresa mal
fingida preguntó ¿dimisión? ¿de qué?,
mientras que un sindicato de la policía municipal madrileña se querellaba
contra el eslabón perdido y la inmigrante sudamericana.
Como
parece que la Justicia está demostrando una cierta independencia del poder
político en las últimas fechas, quizá les veamos entre rejas, y todo…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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