Las
lenguas regionales (y cuál no lo es, salvo quizá el inglés y el español,
hablados en todo el mundo por personas cuya lengua de origen no es ninguna de
las dos, lo que dejaría fuera de la ecuación al chino, que es hablado
básicamente por chinos… y eso teniendo en cuenta que no es lo mismo el mandarín
que el cantonés) merecen todo el respeto del mundo. Por minoritarias o
artificiales que sean (y sí, estoy pensando en el batua), son vehículo de
transmisión de la cultura (aunque, la verdad, uno no puede imaginarse qué átomo
de cultura habrá en sustituir haizekaia
por airoportuak… y si non é vero, é ben trovato).
Pero
una cosa es respetarlas, y otra cosa pretender imponerlas a machamartillo. Como
ya he señalado unas cuantas veces, con ese dialecto barcelonés del occitano que
sus apologetas han conseguido que se llame catalán
(por esa regla de tres, lo que ellos han conseguido que se llame castellano debería llamarse como lo que
es, español… porque en el Valle de
Arán, que está en Cataluña, lo que se habla es aranés) no logras ir mucho más
allá del extremo septentrional de la calle principal de Andorra la Vella (del
vascuence mejor no hablamos).
Por
lo tanto, el primar el conocimiento de ese dialecto sobre cualquier otro tipo
de cualificación académica (pero académica de
las de verdad) es un despropósito, y más en casos en los que hay en juego
la vida de una persona, como es el de los médicos. Pero cuando la cosa alcanza
niveles de ridículo supino es cuando los socialistas de Baleares, dispuestos a
demostrar que son más papistas que el Papa (léase más catalanistas que los catalanes), exigen desde el gobierno que
detentan, el catalán para tocar en la sinfónica regional.
Será,
no sé yo, que en catalán el papel se pauta de una manera diferente. Por ejemplo,
que el pentagrama pasa a ser el cuatribarrado, u otra pejigada por el estilo.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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