En
cualquier ámbito del conocimiento –en cualquier ámbito de la vida, de hecho-,
los progres están convencidos de estar en posesión de la verdad. Cuando los
hechos o la realidad no se adaptan a sus postulados, son los hechos y la
realidad quienes tienen un problema, no ellos.
¿Que
la economía planificada no funcionó en la Unión Soviética? Conjura de los
imperalistas capitalistas, no de los soviéticos. ¿Que la gente no quiere ir a
ver ni aunque les pagaran por ello las películas que hacen los titiricejas? Eso es que el público carece
de gusto y sensibilidad artística. ¿Que los ciudadanos deciden dar su voto a
UCD en lugar de al PSOE? Entonces, España
se ha equivocado.
O,
para ceñirnos a la noticia que ha dado lugar a esta entrada: hace un par de
décadas, los científicos medioambientalistas (diría que es una denominación
misericordiosa para los ecolojetas)
pronosticaban que la población de osos polares seguiría disminuyendo incluso
sin caza debido al cambio climático, pero eso no es lo que ha sucedido. Y si
los esquimales (o, como prefieren ser llamados, inuits) dicen que la población
de osos polares no ha disminuido (total, qué sabrán ellos, si sólo viven en el
mismo territorio), los científicos se dedican a decir que los inuit están equivocados sobre esto o aquello. Y no es, como dicen los propios nativos,
porque sean comentarios racistas: sólo de naturalistas de salón. O, como ha
señalado una pastora a los animalistas urbanitas: hacen leyes desde sus oficinas.
Volviendo
al título: marxismo en estado puro
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