Cuando
la izquierda quiere deslegitimar, o al menos criticar, a los nuevos partidos de derechas, suele
señalar que sus integrantes no son nuevos
políticos, sino que llevan tiempo en la política. Claro que, en ocasiones,
eso puede ser una ventaja.
Es
el caso de Vox, por ejemplo. Tras las elecciones regionales en Andalucía del
mes pasado, la formación de derechas se convirtió en el grupo con menos
representación en la asamblea legislativa. Sin embargo, su participación devino
imprescindible para formar una mayoría que desbancara a la izquierda del poder.
Y, sabedores de ello, Vox apretó las tuercas… hasta cierto punto.
Constituido
el parlamento, los neocom se quedaron fuera de la mesa. Algo ilegal, de acuerdo con el reglamento de la cámara, pero
que está bien empleado a quienes tienen por costumbre saltarse la legalidad a
su libre albedrío. Y, en cualquier caso, nos esperan tiempos entretenidos,
visto que no esperaron ni cinco minutos para montar bronca parlamentaria…
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