Creo
que fue Alfonso Ussía el que acuñó el término de ecologistas sandías para referirse a aquellos que se proclaman
verdes por fuera, pero que realmente son rojos por dentro.
Yo,
personalmente, prefiero el calificativo de ecolojetas.
Serían aquellos que proclaman defender el medio ambiente, luchar contra el
calentamiento global y demás proclamas ecoizquierdosas, pero que en su diario
comportarse demuestran que el planeta les importa muy poco o, en cualquier
caso, bastante menos que sus carteras.
El
representante arquetípico de lo que digo sería Al Gore, quien fuera
vicepresidente durante los dos mandatos de Bill Clinton y que sería derrotado
en las presidenciales de 2.000 por George Bush (hijo). Se dedicó entonces a
convencer a los demás de que era un apóstol del ecologismo, ganando incluso un
Óscar por un panfleto cinematográfico que produjo. Eso sí, su mansión consume
electricidad a espuertas, y se desplaza de un lado a otro en un reactor privado
que no creo que funcione a pedales.
A
una escala mucho más modesta, pero igualmente abyecta, doña Rojelia prohíbe circular por el centro de Madrid so capa de no
sé qué ínfulas ecologistas, mientras cancela infraestructuras verdes para comprar ciento quince vehículos contaminantes.
Además,
no creo que la contaminación entienda de áreas
restringidas, así que las medidas de los neocom capitalinos no tendrán ningún efecto… salvo hacer la puñeta
a los madrileños, que parece ser de lo que se trata.
No hay comentarios:
Publicar un comentario