martes, 15 de julio de 2014

Se acabó

Por fin terminó el mundial de Brasil. De los cuatro semifinalistas, se lo llevó casi quien yo prefería –lo de Holanda es casi por lástima, tres finales y ningún título-, que venció a quienes de ningún modo yo deseaba que ganara: Brasil quizá, como mal menor (lo de Alemania en ese partido no fue un rodillo, fue una apisonadora), pero de ninguna manera Argentina y el enano hormonado. Sí, ese al que al final del campeonato le dieron el balón de oro al mejor jugador; cómo sería la cosa que ni él pensaba que se lo mereciera…
Lo que ha demostrado este mundial con respecto a España no es que el tiki-taka esté acabado –los alemanes han hecho algo parecido-, sino que es necesario tener un plan B, una segunda opción, algo que hacer si el planteamiento inicial no sale. Y España no lo tenía. Básicamente, porque Del Bosque no ha sido nunca un buen entrenador; un buen gestor de vestuarios quizá, pero nada más. ¿Cómo va a ser un buen entrenador alguien que dice que no tenía fuerza moral para dejar fuera a jugadores que tenían mejor historial que forma física? Porque un entrenador –y más un seleccionador nacional- es alguien capaz de dar un puñetazo en la mesa cuando es necesario. ¿Cómo va a ser un buen entrenador que en el único partido que ha ganado España –contra Australia… ya les vale- sustituye a Villa y luego va y dice que no sabía que era su último partido? Señor marqués, eso lo sabía hasta el último de los españoles; será cruel decirlo, y hasta políticamente incorrecto, pero con cosas así uno se pregunta si quien tiene una discapacidad intelectual es Del Bosque padre o Del Bosque hijo.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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