sábado, 9 de agosto de 2014

Confesión implícita

Cuando en España (y en otros países también –por ejemplo, el caso Watergate-, pero ahora interesa sólo España) se incumple la Ley desde instancias oficiales, la iniciativa nunca parte de los mandos intermedios: corrupción, terrorismo de Estado… lo que sea, las decisiones siempre parten de las altas instancias, nunca de personajes de medio pelo.
En el Caso Faisán, en concreto, todos teníamos bastante claro (hasta el Partido Popular, como se desprende de su actuación parlamentaria cuando eran oposición, aunque ahora parezcan sufrir de una oportuna amnesia… oportuna para los socialistas, claro) que la decisión de informar a los terroristas que estaban a punto de ser detenidos por las fuerzas del orden no partió de esas fuerzas del orden, sino que la cosa vino de más arriba.
Esa certidumbre ha quedado si cabe reforzada por los fundamentos de la petición de indulto que ha presentado el inspector condenado por el chivatazo: alega, nada menos, que cumplía órdenes de un superior. Un hijo de P, quizá…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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