martes, 14 de octubre de 2014

Media un abismo

De acuerdo que la actuación de las autoridades, políticas y sanitarias, en la gestión del asunto (me niego a llamarlo crisis; no lo es, al menos de momento) del ébola resulta manifiestamente mejorable. Si embargo, la reacción de la oposición antisistema (y de alguna dentro del sistema) resulta difícilmente empeorable. Pero vamos por partes.
Empezando porque, hicieran lo que hicieran en el caso de la repatriación de los españoles contagiados iban a ser criticados (si no los traían, por falta de humanidad; y si lo hacían, como han hecho, por haberlo hecho), el protocolo de actuación no se ha seguido… incluyendo en el mismo a la propia auxiliar sanitaria, que parece que no contó a su médico de cabecera todo lo que debería (si yo soy médico y me viene alguien en estas fechas diciendo tengo fiebre y me duelen las articulaciones, lo que pienso es blanco y en botella… gripe). Así, entre investigaciones y admisiones de errores, la oposición ha cargado contra la titular de Sanidad (un ministerio poco menos que residual, puesto que las competencias están transferidas a las comunidades autónomas). Hasta aquí, bien. es decir, dentro de los usos políticos normales: un Gobierno mete la pata, y la oposición la critica, como es su deber.
Pero lo que no es de recibo es que la voceras de la plataforma contra las hipotecas se descuelgue diciendo que Ana Mato persigue un exterminio encubierto; o que una concejal del PSOE suelte una barbaridad como que el Gobierno quiere acabar con el desempleo matándonos de ébola (equiparable al de aquel parlamentario autonómico madrileño, también del PSOE -¿casualidad? No creo- que dijo que si hundían otro Prestige tenían asegurada la mayoría absoluta); o que Junior, en fin, haya elevado una pregunta oral con debate de cara al próximo pleno del Parlamento Europeo en Estrasburgo en la que pregunta a la Comisión Europea si tiene previsto llevar a cabo alguna investigación para que se diriman responsabilidades políticas en el caso del contagio de Ébola de la auxiliar de enfermería en Madrid y si va a permitir que el desmantelamiento de la sanidad pública vulnere los derechos fundamentales de todo ciudadano y trabajador a contar con los requisitos básicos en la atención sanitaria.
Lo dicho: entre una y otra cosa media un abismo. El que hay entre la legítima crítica política y la demagogia más miserable y repugnante.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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