martes, 17 de marzo de 2015

Más jeta que decencia

Hace unos días, la cara joven de la nueva Izquierda Unida, un muchacho –creo que puedo referirme a él en estos términos, puesto que debe tener diez años menos que yo, como poco- apellidado Garzón (con la de apellidos que hay en España, tenía que tocarle precisamente ese) fue entrevistado por Ana Pastor (evidentemente, la sedicente periodista, no la ministro de Fomento).
En dicha entrevista, el sujeto soltó una de esas afirmaciones que a los demás nos dejan un poco descolocados y que a ellos, en cambio, les deja más anchos que largos. Según él, los de izquierdas no roban. Y no porque no quieran hacerlo, o porque no tengan la oportunidad, no; según el sucesor del agricultor de Argamasilla de Alba, los de izquierdas no roban por una especie de imposibilidad ontológica, por un rasgo ético que hace imposible que metan la mano donde no deben. Así que si alguien que parece de izquierdas -no sé... Roldán, Juan Guerra, la UGT, CCOO, Chaves, Griñán, por citar los primeros que me vienen a la mente- parece que roba, habrá que concluir que, o bien no roba, o si lo hace no es realmente de izquierdas.
Desgraciadamente, esta concepción no es privativa de este muchacho. Tengo conocidos, parientes incluso, que afirman sin el menor empacho que el régimen que gobierna la República Popular China no es comunista, por más que el partido que lleva casi tres cuartos de siglo rigiendo los destinos del país más poblado de la Tierra sea universalmente conocido como Partido Comunista Chino. Para estos conocidos, el régimen en cuestión no es comunista, sino –hablo de memoria- una plutocracia asesina.
Que también. Pero primero y ante todo, es comunista. Aunque, en el fondo, viene a ser lo mismo, ¿no?
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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