viernes, 23 de septiembre de 2016

Que se maten

Hace un par de días decía que el poder es la única argamasa que evita que el PSOE salte por los aires y se desintegre. Algo parecido está sucediento en el principal partido neocom español, si bien paradójicamente en un sentido contrario: cual si se aproximaran al horizonte de sucesos de una singularidad (de vez en cuando me pongo científicamente redicho, ya lo sé), la proximidad del poder está exacerbando las tensiones en la formación morada.
Sucede que, como en todo grupo cuyo objetivo es alcanzar el poder del modo que sea (recordemos que Junior decía que el cielo se toma por asalto no hace tanto tiempo), la proximidad del mismo polariza las dos tendencias fundamentales que siempre existen, tendencias que podríamos llamar posibilistas y fundamentalistas. Mientras que éstos mantienen los principios (los dogmas, podríamos decir, si no se tratara de una organización esencialmente atea) por encima de todo, aquéllos están dispuestos a renunciar a los mismos con tal de alcanzar el poder. De hecho, suelen ser los que finalmente se hacen con el poder y, aunque siguen sosteniendo que defienden las esencias, no lo hacen, y se encargan de depurar a los fundamentalistas. El ejemplo histórico más claro que me viene a la cabeza es el de la Unión Soviética a la muerte de Lenin: el fundamentalista sería Trotsky, el posibilista Stalin. Ya sabemos quién triunfó… y cómo acabó el que perdió.
A una escala menor, desde luego, algo parecido se está cociendo en la formación morada. Los posibilistas serían Errejón y sus partidarios, proclives a moderar un poco el mensaje para no asustar a la gente, y a pactar con el único partido que, de momento, les asegura pillar cacho en el pastel del poder (el PSOE, claro). Los fundamentalistas serían Junior (Dios, qué asco da escucharle: parece estar siempre, no en un mitin, sino en una de esas asambleas callejeras o universitarias) y los que le siguen. Por una vez, son los fundamentalistas los que, de momento, controlan el aparato del partido.
La cosa se destapó con motivo del congreso regional de Madrid. La ex de Junior (por mucho que les moleste que se refieran a ellas como la novia de o la exnovia de, no se trata de machismo, sino de poner a un miembro del dúo en relación con el otro, más conocido: así, no es feminismo hablar del marido de Isabel II, sino simple lógica común) se ha unido a la estríper aficionada posicionándose del lado de los errejonistas; algo que, por lo oído, debe haber molestado mucho a su ex, que en ese tono prepotente que le caracteriza ha afirmado que va a haber propuestas mejores. El aniñado de las gafas se calla cada vez menos, y contestó al macho alfa que no le competía a él valorar las candidaturas de Madrid. Mientras, en Andalucía, Teresa Rodríguez andaba preparando la purga de los errejonistas de la región.
Con los dos líderes tirándose públicamente los trastos a la cabeza, arreciaron las críticas desde dentro por airear sus diferencias a pocos días de las elecciones regionales en Galicia y Vascongadas. Es decir, por no lavar los trapos sucios dentro de casa.
Lo dicho: con un poco de suerte, se destruyen ellos solitos…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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