domingo, 27 de noviembre de 2016

Desvaríos podemitas

En la mayor parte de los partidos políticos, el poder –el tenerlo, o las expectativas de obtenerlo- es el aglutinante más poderoso para mantenerlos unidos y para que la autoridad del líder –los partidos políticos, al menos en España, suelen ser estructuras profundamente piramidales- triunfador sea algo indiscutido e indiscutible.
Sin embargo, cuando se está lejos del poder, o cuando las expectativas no se cumplen, empiezan a aparecer las grietas, y cada grupúsculo empieza a hacer la guerra por su cuenta. Lo hemos visto hace apenas un par de meses en el PSOE, y ahora lo estamos viendo entre los neocom. En Aragón, ese argentino trasplantado en silla de ruedas se ha liado la manta –o el cachirulo- a la cabeza y le ha dado por proclamar que quiere que Aragón sea un país soberano, defendiendo un proceso constituyente que afirme la soberanía de Aragón. Con todo, lo peor no es eso: lo peor es que se ha aprobado en esa comunidad autónoma calcular la deuda histórica del Estado con Aragón… y que los populares han votado a favor.
Y mientras, en Andalucía, la novia de Kichi (lo digo así porque a las feminazis les jode sobremanera que se las mencione en función del varón y, aunque Teresita no me va a leer, el gustazo no me lo quita nadie) ha declarado a la franquicia regional de los neocom como organización autónoma.
Con un poco de suerte, la vida media sigue reduciéndose y la formación morada desaparece en un santiamén.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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