jueves, 26 de abril de 2018

A buenas horas


Una parte no desdeñable de la culpa de lo que hoy ocurre en Cataluña (y amenaza con extenderse a comunidades limítrofes) es achacable a los llamados partidos nacionales y a los sucesivos gobiernos que esos partidos han sostenido, pasados y presente.
Siendo como soy de derechas, tiendo a atribuir una mayor cuota de responsabilidad al PSOE y a su franquicia autónoma (que no autonómica), el PSC. Aun admitiendo la posibilidad bastante probable de que en esa tendencia influya mi sesgo ideológico, creo que los hechos me apoyan (probablemente, si algún lector cojea de pie distinto al mío, rebatirá esos hechos y aportará otros en los que la culpa será del PP). Sin ánimo de abrumar con argumentos, mencionaré sólo uno: fue un presidente socialista –el último que ha habido en España, esperemos que para mucho tiempo, visto el panorama presente- el que dijo, incluso antes de llegar al palacio de la Moncloa como inquilino, que aceptaría cualquier cosa que viniera de la asamblea legislativa regional; y fue ese mismo presidente el que, en una reunión nocturna al margen de cualquier procedimiento democrático, sacó adelante los apoyos para el malhadado y sedicioso nuevo estatuto de autonomía. Eso, por no hablar del torcimiento de brazo al Tribunal Constitucional con la decisión sobre la norma de marras.
El gobierno actual tampoco es que haya hecho las cosas como debe. Ha aplicado el artículo 155 de la Constitución, sí; pero lo ha hecho de una manera tan suave, tan leve, tan ligera, que en realidad nada ha cambiado (a mejor): salvo en el hecho de que no hay un presidente regional stricto sensu, todo sigue como estaba, o peor.
Por eso, que ahora el Partido Popular busque que la asamblea legislativa regional inste (gracioso el verbo, teniendo en cuenta que van de la mano con los que van después de este paréntesis) a la televisión regional a no hacer apología de la violencia de los sedicentes y sediciosos comités de defensa de la república movería a risa si la cosa no fuera tan seria.
Lo mismo cabe decir del hecho de que la entrevista en dicho medio a Cocomocho haya provocado una ofensiva de los naranjitos para el control parlamentario del ente. Mayor delito tiene incluso, puesto que es una formación nacida en la región como reacción contra el estado de cosas imperante.
No es que tenga demasiadas esperanzas de que las cosas vayan a cambiar en el sentido en el que deberían, la verdad…


¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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