domingo, 1 de julio de 2018

Vive la France!

La educación, la urbanidad, la cortesía –llámesele como se quiera- es, más que importante, fundamental desde mi punto de vista. Sin ella seríamos lo que en la serie Los Serrano llamaban gromañones.
Hay una serie de normas elementales que uno debe observar: ceder el paso a una mujer (aunque se moleste), no interrumpir al otro cuando está hablando o demostrar educación. Yo, por ejemplo, en los casi veintidós años que llevo trabajando no recuerdo haber acudido un solo día a mi puesto, hiciera el tiempo que hiciera y fuera la época del año que fuera, sin chaqueta y corbata (y eso que mi trabajo no es cara al público), ni tengo intención de hacerlo en el resto de mi vida laboral.
En cambio, he sido testigo de cómo, en la sede de la soberanía popular, un parlamentario acudía con una sahariana por fuera de los pantalones. También he visto, como todos los españoles, cómo un mamarracho con coleta acude a una entrevista con el Jefe del Estado sin chaqueta, sin corbata y con los puños de la camisa remangados. Igualmente, he visto cómo otros, so capa de una ideología republicana, se refieren al Jefe del Estado –entonces, el padre del actual- como ciudadano Borbón.
Al Norte de los Pirineos, en cambio, parecen tener las cosas más claras… y menos complejos. Cuando un jovenzuelo se dirige al Presidente de la República con un eh, Manu!, éste se para y le dice, muy clarito, que debe dirigirse a él como señor Presidente o señor; y que, si quiere hacer la revolución, primero aprenda a ganarse la vida por sí mismo.
Así van las cosas allí, y así nos van aquí…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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