viernes, 6 de julio de 2018

Y luego hablan de explotación de la infancia

Tradicionalmente, los medios de comunicación se crearon, como su nombre indica, para comunicar, para informar. Sin embargo, con el tiempo y cada vez más, han devenido, salvo honrosas excepciones, en herramientas de propaganda, de adoctrinamiento, de lavado de cerebro.
Por los términos empleados puede deducirse que no me parece una buena opción, y que quienes la siguen no me merecen mucho respeto, ni siquiera aunque, hipotéticamente, lo estuvieran haciendo persiguiendo un fin loable. A diferencia de Maquiavelo, yo no considero que el fin justifique los medios.
Pero es que hace un par de semanas tuvimos dos ejemplos en los que, al objeto de excitar el rechazo hacia personas o países, se mintió descaradamente o, por mejor, decir, se intentó manipular al público apelando a sus sentimientos con premisas falsas.
Primero, se supo que Hamás (terroristas musulmanes, no lo olvidemos) habían pagado a una familia de la franja de Gaza para que dijeran que su bebé había muerto por culpa de los gases lacrimógenos usados por Israel para luchar contra los disturbios. En realidad, el fallecimiento se debía a la misma enfermedad hereditaria en la sangre que le había causado la muerte a un hermano en 2017.
Después, la revista Time (por hacer un chiste etimológico, O tempora, o mores) presentó al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, mirar con gesto ceñudo a una niña que lloraba, como un modo de referirse a la política de separación de familias por parte del Gobierno estadounidense. Sin embargo, resulta que esa niña, esa tierna infante en concreto, no había sido separada de su madre.
Pero bueno, no vamos a permitir que la verdad nos impida usar la demagogia para atacar a judíos y conservadores, ¿no? Hasta utilizar a niños.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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