miércoles, 29 de mayo de 2019

Elecciones

Quería darme unos días para ordenar mis pensamientos antes de ponerme a escribir una entrada en la que valorara los resultados del pasado Domingo. Me voy a limitar a las regionales y municipales porque, reconozcámoslo, a casi todos las europeas no se nos dan un ardite, como diría Rhett Butler en la versión de Círculo de lectores de Lo que el viento se llevó.
Para empezar, tengo que decir que ese día –la noche del Domingo- me acosté a las once (suelo hacerlo no antes de medianoche). No sólo porque estuviera muerto de cansancio sino porque, para estar comiéndome las uñas (metafóricamente) o tirándome de los pelos (igualmente) cada vez que el avance del escrutinio hiciera que se produjera un baile de escaños, mejor esperar a la mañana siguiente y saber el resultado que fuera. Que fue lo que hice, llevándome la correspondiente alegría.
En los sucesivos procesos electorales que se han venido produciendo en España desde hace casi cuatro décadas y media ha regido la regla del todos ganan o, por tirar del siempre sabio refranero patrio, que el que no se consuela es porque no quiere. Esta vez podríamos decir que todos pierden –me refiero a los partidos con implantación nacional, o vocación de la misma-, con distintos matices de consuelo.

  • El PSOE ha sido el partido más votado en toda España, sí, pero al final eso puede no servirle para nada, o para muy poco. Gracias (o desgracias) al batacazo neocom, le va a resultar difícil ahormar mayorías de izquierda pura. Para remate, Andalucía no estaba en juego en estas elecciones, con lo que el vivero que les ha mantenido todos estos años sigue fuera de sus garras, siquiera oficialmente.
  • El PP se ha pegado una buena costalada (otra), pero no tan gorda como algunos auguraban (¿deseaban?). Sigue siendo la segunda fuerza más votada a nivel nacional, con lo que ha evitado, de momento, el tan temido sorpasso. Además, aunque pierde o puede perder feudos emblemáticos como La Rioja o Castilla y León, está en disposición de retener una de las joyas de la corona y recuperar otra: la comunidad autónoma de Madrid y el ayuntamiento de la capital de España.
  • Ciudadanos se ha consolidado como la tercera fuerza a nivel nacional, aunque eso les pueda saber a poco (aspiraban a ser la segunda). Van a ser decisivos, es más, imprescindibles, para conformar muchas mayorías de gobierno en comunidades y municipios. Y esta vez no podrán hacer como cuatro años atrás, cuando se limitaron a apoyos extragubernamentales, sino que, como en Andalucía, tendrán que ensuciarse las manos afrontando tareas de gobierno.
  • Vox ha irrumpido en general en toda España. No han conseguido los resultados que deseaban, pero es que están en uno de los extremos del arco ideológico (con lo cual no quiero decir que sean extremistas o que dejen de serlo, sino que más allá de ellos sólo está el vacío extrainstitucional), y este tipo de formaciones suelen florecer para luego marchitarse a mayor o menor velocidad.
  • Y luego llegamos, finalmente, a los neocom en sus diversas formaciones, mareas, confluencias, corrientes o como queramos llamarles. Esta panda de extremistas (ello sí), revolucionarios de salón, pijiprogres que en general no han dado un palo al agua en su vida, totalitarios y, sobre todo, ineptos, dispusieron hace cuatro años de la confianza de amplios (excesivos) sectores de la sociedad. Cuatro años después, la gente ya sabe cómo gobiernan (putapénicamente). Pero es que, además, han hecho bueno el nombre de su principal formación: si unidos pueden, desunidos no pueden. Y han acudido no sólo desunidos, sino peleados. Y, como no me canso de repetir desde hace ya treinta años, la fragmentación del voto en un bloque ideológico beneficia al contrario.
¿Y ahora, qué? Pues que, como dije tras las elecciones andaluzas, los tres partidos de derechas (o de no izquierda pura, por ser más preciso) van a tener que tragarse el orgullo y pensar, al alimón, en los españoles y en sus propias ansias de poder (¿a quién no le gusta mandar?): Vox deberá dejarse de maximalismos (aunque exigiendo respeto para ellos y para quienes les han votado, tan dignos –al menos- como los que votaron a los ultraizquierdistas), Ciudadanos deberá, no sólo de palabra sino también con los actos, tener claro que Sin vocales es un peligro para la democracia y para España… y el PP, que se encuentra en el centro de la derecha, deberá templar gaitas (con lo difícil que es eso) y evitar que suceda lo que muchos no deseamos que suceda.
Que, carroñeros como son, los de la mano y el capullo se aprovechen de la desunión de los rivales para apoltronarse y sajar a impuestos a los españoles.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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