jueves, 15 de octubre de 2020

El séptimo des-arte

Ya hace quince o veinte años -o más- que vengo sosteniendo que la llamada corrección política no es sino una manera educada de llamar a la hipocresía. Todo el tiempo transcurrido me ha reafirmado en esa impresión, con un matiz agravante.

Ese matiz es que a la hipocresía unen la estupidez. Hace ahora cinco semanas que saltaba la noticia de que, si querían optar a los premios de la academia estadounidense de cinematografía -los celebérrimos Óscar-, a partir de 2.024 las películas deberán cumplir con unos requisitos mínimos de inclusión y diversidad racial. Entre los requisitos —que no deben cumplirse todos— figuran baremos como que al menos uno de los protagonistas represente a minorías, o que lo haga el treinta por ciento del reparto secundario, así como que el equipo técnico detrás de las cámaras cumpla también con ese porcentaje.

Dentro de nada, los normales seremos una minoría de esas a representar…

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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