sábado, 16 de abril de 2022

Entre pillos anda el juego

Los partidos políticos son, así, en general, una especie de organizaciones mafiosas; si encima son españoles, para qué te voy a contar; y si, como remate, son de izquierdas, son ya lo más de lo más.

Naturalmente, el párrafo anterior ha sido escrito por un español de derechas (por si hiciera falta aclararlo). Uno de izquierdas lo reduciría a partidos políticos de derechas y españoles, porque en su concepción la izquierda es santa (laicamente hablando, por supuesto), inmaculada, incapaz de nada negativo y obra movida siempre por los más altruistas sentimientos e intenciones… A otro perro con ese hueso; vamos a lo que de verdad importa.

Podemos fue un tinglado que unos cuantos listillos de universidad -el Chepas, el becario ubicuo, el asesor económico que sabe menos de Economía que yo de teología islámica (iba a poner física nuclear, pero de eso tengo algunas migajas de conocimiento, lo cual abriría la posibilidad de que Pesetero supiera algo de la sabia administración de recursos escasos, que no sabe, os lo digo yo), la lactante oportunista y algunos más- montaron para, aprovechando -o promoviendo, vaya usted a saber- la ocupación ilegal de las plazas públicas -de municipios gobernados por la derecha, claro está- por una panda de perroflautas, tomar los cielos al asalto.

En ese proceso, como siempre hace la izquierda -la española al menos, y eso no es una opinión: son datos históricos-, se saltaron el ordenamiento jurídico a la torera, infringieron normas, cometieron delitos, en suma.

Y en España la justicia avanza despacio, pero avanza; algo más deprisa cuando interviene un juez independiente -que los hay, probablemente más de los que pensamos-, o cuando se la empuja desde el poder (a ver quién me niega que al psicópata de La Moncloa no le convendría la muerte civil de Junior). Por eso, empezaron a abrirse las causas judiciales contra la cúpula neocom -ser estúpido no es delito, o gran parte de los votantes de la izquierda española estaría cumpliendo penas… penas impuestas por los tribunales de justicia, quiero decir-, por delitos de lo más variado, de lo más grave a lo más chusco.

Dentro de esto último estaría el hecho de que el marqués de Villa Tinaja retuvo sin permiso la tarjeta de Dina Bousselham y accedió a su contenido; lo que, por extraño que pueda parecerle al mamarracho alfalfa, va contra la Ley. Y, ante el peligro de que el antiguo coletas sea imputado, la perjudicada por el delito -o esta tía es tonta de remate (¿porque seguiría colada por él?)-, o la han untado a base de bien- le ha perdonado, para evitar dicha imputación.

No creo que nadie sea tan estúpido: definitivamente, tiene que haber habido engrase.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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