viernes, 3 de junio de 2022

Proceso al proceso (397)

El refranero español, como no me canso de repetir, es muy sabio. Una de sus perlas dice que, cuando una nave se va a hundir, las ratas lo abandonan.

No sé si el secesionismo catalán se está yendo a pique -otra concisa muestra de sabiduría, ésta más escatológica, dice que la mierda flota-, pero de lo que hay muy pocas dudas es que algunos de los elementos de ese movimiento se están disgregando a ojos vista.

Es el caso de los jotaporcatos, sucesores por dos vías -la directa de CDC y la indirecta de los pedecatos, herederos a su vez de CDC- del chiringuito montado por Jorgito Polluelo para eternizarse en el poder y desangrar a España, como las sanguijuelas que son.

Ya señalé hace días cómo, uno tras otro, los candidatos a dirigir la formación parecía que hubieran escuchado un rompan filas, puesto que nadie se postulaba o, directamente, se descartaba. Hace diez días era la alcaldesa de Gerona la que anunciaba que no se presentaría a las primarias para designar candidato en ese municipio al que los gilimemos llaman Yirona cuando hablan en español.

Lo mejor de todo es que Polluelo sigue vivo y, presuntamente, lo bastante lúcido como para poder enterarse de que todo lo que construyó se está yendo por el retrete, y que los frutos los están recogiendo sus más acerbos enemigos, los ierreceos.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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