Uno de los grandes problemas de la derecha española, desde la misma muerte de Franco, es el complejo de inferioridad que exhibe ante la (autoconcedida) superioridad moral de la izquierda.
Cuando, en realidad, si alguien
tiene algo de lo que avergonzarse, es la izquierda. Si alguien hizo algo activo
por traer la democracia a España, ha sido la derecha. Si alguien ha pactado
sistemáticamente con terroristas y separatistas, ha sido la izquierda. Si alguien
ha mejorado la economía cada vez que ha gobernado, ha sido la derecha… y ha
sido la izquierda quien, vez tras vez, la ha estropeado.
Por eso, que la derecha -es
decir, el Partido Popular- se vaya quitando complejos a la hora de decir las
del barquero es una noticia excelente (que, además, es lo que queremos sus
votantes). Y que el presidente del partido defienda los pactos con Vox (un
partido constitucionalista que los cambios que propugna defiende hacerlos
dentro de la legalidad, y no al asalto, como decían otros) y advierta de
que no recibirá lecciones de quienes intentan demonizarlos es algo magnífico.
Falta por ver si mantiene esa actitud, pero por algo se empieza.
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