La izquierda y los nacionalistas
tienen la costumbre de fanfarronear, tanto con carácter retroactivo como con
vocación de futuro. Recordemos, por ejemplo, el número de antifranquistas de
toda la vida que surgieron en España… curiosamente, después de la muerte del
dictador. Entre esos luchadores por la
libertad y la cantidad de rojos que
aparecen en Cuéntame qué no pasó, lo
extraño es que Franco no sólo muriera en la cama (fruto de una carnicería
médica, eso sí), sino que durara cuarenta años en el poder.
Ahora ha sido un necionanista catalán el que, cual primate macho, se ha puesto a dar
golpes en el pecho en sede parlamentaria proclamando que enterrarán la LOMCE igual que enterraron a Aznar.
Para empezar, a Aznar no le enterró
nadie, sino que se fue voluntariamente. Para continuar, son la izquierda y los
nacionalistas quienes le tienen más presente, puesto que no se les cae de la
boca, mientras que a los maricomplejines
les agradaría más que el expresidente estuviera efecticamente enterrado. Y, para terminar, para ser un
muerto Aznar últimamente no para de largar… y sin necesidad de ouija, bola de
cristal ni intervención de médium alguno.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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