Ana Botella arrastra el estigma (para
la izmierda, por supuesto; las
críticas a Carmen Romero cuando fue diputada eran fruto de la carcundia más
reaccionaria) de ser señora de; en
concreto, de José María Aznar, la figura más detestada por la progresía
española. Como consecuencia, el circo mediático retroprogre magnifica sus errores y esconde sus aciertos.
Sin embargo, Ana Botella no es ninguna
inútil (otra cosa es que probablemente el cargo de alcaldesa de Madrid le venga
grande, pero… ¿a quién no?). Tiene una carrera universitaria, una oposición y
una vida profesional anterior a la política (cosa que no puede decirse, por
ejemplo, de Masturbito). Y aunque su
prosodia y su acento en inglés sean manifiestamente mejorables, tiene una
cabeza bastante bien amueblada y criterio propio, como lo demuestra el hecho de
que haya tenido la inteligencia de detectar (eso no es muy difícil) y el valor (porque
discrepar del líder tiene peligrosas consecuencias en los partidos políticos
españoles) de decir que la actuación en el gobierno del Partido Popular está provocando una fragmentación significativa de su base electoral.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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