Enlazando con la entrega de ayer, hace
dos semanas tuvimos un ejemplo meridiano de cómo entiende la izquierda más izmierda la libertad de expresión y de
opinión: las suyas son las únicas buenas y válidas, las de los demás no merecen
la más mínima consideración. Y si los demás no son capaces de percibir estas
verdades evidentes, se les convence, aunque sea a golpes. Eso sí, acudiendo en
grupo, para dar más contundencia a los argumentos empleados, no sea que a los
recalcitrantes se les ocurra defenderse.
Y mientras, el señor rector a lo suyo…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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