José Luis Rodríguez Zapatero ha sido la peor desgracia que le ha caído a España en los últimos doscientos años. Con permiso de la Segunda República, a la que tanto dice añorar. Pero aquélla fue resultado de varias personas. El estado actual del país es responsabilidad exclusiva suya, de su falta de escrúpulos morales y de su vacuidad intelectual. Que Rajoy no esté haciendo nada, o poco, por enmendar algunos de los mayores errores del zapaterato no le hace mucho mejor que el de las cejas circunflejas, pero es que fue el padre de las góticas el que nos puso donde estamos.
Tres fueron sus grandes destrozos: el negarse a reconocer primero, y a combatir adecuandamente después, la crisis económica; el dar alas al nacionalismo catalán prometiendo aceptar cualquier cosa que saliera de la asamblea legislativa de Cataluña; y la rendición de España ante los asesinos terroristas vascos de extrema izquierda.
Rodríguez había vuelto a un aofrtunado (para los españoles) discreto último plano, pero como consecuencia del truño literario que ha perpetrado, ha vuelto al primer plano de la actualidad. Lejos de reconocer sus errores, se empecina en ellos. Así, ha dicho que se deben reconocer las singularidades de Cataluña y, añadiendo la mentira a la ofensa, que no hubo engaño ni ocultación sobre la crisis.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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