Si Erec y Enide era como una comedia romántica juvenil, Cligès resulta más bien un culebrón, con herencias, promesas
incumplidas, engaños y, por supuesto, final feliz. Mientras, el autor se
entretiene en endilgarnos varios soliloquios de los personajes en plan ¿Me quiere? ¿No me quiere?, seguidos de
reflexiones sobre Amor, así, con mayúscula y sin artículo.
Nuevamente, el rey Arturo se convierte
en un pretexto para situar la acción, y esta vez por partida doble, primero con
Alejandro y luego con su hijo Cligés. Lo que uno no se explica es como cada dos
por tres aparece una doncella que es la más hermosa de todas (aunque eso ya
pasara en la obra de Monmouth), al tiempo que un caballero desconocido
descabalga, uno tras otro, a los paladines de Arturo, Lancelot incluido.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario