Recientemente, el último presidente
socialista español ha recibido un premio por parte de alguna organización filohomosexual.
Dicho galardón recibe el nombre de premio
pluma. Hay que agradecer que la denominación no dé lugar a equívocos sobre
quiénes lo conceden; eso sí, que luego no se vengan quejando de estereotipos
retrógrados y demás…
Pues bien, en la citada gala en actual
consejero de Estado ha soltado una de sus típicas bobadas: ha dicho que tendría
que haber puesto la bandera gay en Moncloa. Teniendo en cuenta que colocó la cuatribarrada catalana al mismo
nivel que la rojigualda española, a nadie le habría extrañado… como a nadie le
extraña que diga esas tonterías, la verdad.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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