viernes, 30 de mayo de 2014

Sobre las elecciones al Parlamento Europeo (I): España

La conclusión más generalizada sobre los resultados de las elecciones al Parlamento Europeo ha sido que suponen el fin del bipartidismo. Sin embargo, creo que semejante valoración habría que matizarla.
Para empezar, en España nunca ha habido un bipartidismo, salvo que entendamos por tal un bipartidismo imperfecto. Mucho más imperfecto, en cualquier caso, que otros países en los que también se dice que impera el bipartidismo. Por ceñirnos a las democracias: Estados Unidos sería el caso más típico, donde las terceras vías nunca han tenido mucho recorrido; pero en Europa, Alemania y el Reino Unido nunca han sido sistemas bipartidistas puros, sino sistemas con partido bisagra (los liberales en ambos casos, aunque en Alemania hayan descendido mientras que los Verdes han ascendido).
No es este el caso de España. De acuerdo que los dos principales partidos (especialmente tras la refundación de Alianza Popular en el Partido Popular) reunían seis séptimas partes de los diputados en las elecciones generales, y una proporción similar en las europeas, pero siempre había más de un partido detrás: los comunistas (con sus altibajos), y los partidos llamados nacionalistas; ahora, además, la cosa se había complicado con la emergencia de UPyD.
En estas elecciones, en cambio, PP y PSOE reúnen apenas la mitad de los votos, y poco más de los escaños en liza. Sin embargo, hay que tener varias cosas en cuenta:
  • Primero, que son unas elecciones europeas, no nacionales (ni siquiera autonómicas o municipales). Es decir, que por tradición la gente en general vota más con las tripas que con el cerebro. O, dicho de otra manera, que hay gente que en estas elecciones ha votado opciones (Podemos por la izquierda, Vox por la derecha) que quizá no votaría en otros comicios.
  • Segundo, que quien verdaderamente ha ganado ha sido la abstención. Más de la mitad del electorado prefirió hacer cosas distintas a ejercer el derecho al voto. Es como en el caso del referéndum del estatuto secesionista catalán. Puede que recibiera el respaldo de más de la mitad de los votos emitidos… pero es que los votos emitidos fueron una tercera parte del censo. Vamos, que a favor de dicho engendro legislativo estaba, más o menos, uno de cada seis catalanes con derecho a voto… lo cual no es mucho. Por ello, hay que matizar los porcentajes obtenidos por comunistas y (llamémosles así) posibilistas. Pensar que tienen el respaldo de casi el 18% del censo electoral es para echarse a temblar; darse cuenta de que tienen el respaldo de menos de la décima parte tranquiliza… un poco.
  • Tercero, el factor posibilista. Son los nuevos, dicen cosas rompedoras (tanto en el sentido de romper con lo anterior como de que romperían el sistema, porque son directamente irrealizables) y no se les conoce demasiado bien. Todo eso jugaba a su favor. De lo que puede jugar en contra ya hablaré en próximos días.
Dicho todo esto, los partidos tradicionales deberían, sin embargo, tener muy presente que están haciendo mal las cosas. Muy mal. Y que el electorado se ha dado cuenta de ello, y está empezando a cansarse. Deberían cambiar. Pero por las cosas que han ido pasando, no parece que vayan a hacerlo mucho. Que Dios les pille confesados… y a España con ellos. Porque el aumento de representación parlamentaria de los partidos secesionistas o directamente terroristas tampoco es nada bueno.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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