domingo, 25 de mayo de 2014

Sobre la jornada de reflexión

La jornada de reflexión es una de las mayores tonterías del vigente régimen electoral español, por no decir la mayor. Para empezar, supone que los españoles reflexionamos a la hora de emitir nuestro voto –lo cual ya es mucho suponer- y que dedicamos a semejante menester, precisamente, el día anterior a las elecciones.
Por el contrario, la mayoría de los electores ya han decidido, treinta y tres horas de que abran los colegios electorales, si van a votar o no, y a qué opción política (o contra qué opción política, en el caso de aquellos que cambian el sentido de su voto de una convocatoria electoral a otra). De hecho, lo tienen decidido incluso antes de que empiece la campaña electoral, y casi nada de lo que ocurra en la misma (con la excepción de dos centenares de muertos, quizá) les va a hacer cambiar de opinión.
Así, en la presente campaña electoral, los que pensábamos que el Partido Popular era la opción que debía votarse seguimos pensando lo mismo después del sedicente debate electoral, sin dar mayor importancia a los comentarios que pudiera hacer el cabeza de lista; mientras que aquellos que pensaban que el PP representa la derecha reaccionaria y cavernícola se reafirmarían probablemente en sus opiniones.
En fin, que la jornada de reflexión sólo tiene una ventaja: permite no tener que escuchar a los políticos diciendo sus habituales tonterías… salvo que te llames Alfredo P y haya doscientos muertos encima de la mesa. Y tampoco en ese caso pasó nada… al infractor de la Ley, quiero decir.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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