No voy a entrar a valorar lo miserable
de los que propiciaron la asistencia de Pascual Maragall al mitin más importante de la campaña de IRC. Miserable la formación secesionista, que quiso
utilizar como símbolo a un hombre enfermo. Miserable su hermano, antaño
militante socialista y hoy de la agrupación regionalista. Miserable la esposa,
que hace años dijo que Pascual ya no es
el mismo y que tras el esperpento dijo que tiene sus días (o mentía entonces, o miente ahora, o ha mentido en
ambas ocasiones). El único que no era miserable en esa representación era el,
no por su voluntad, actor principal de la misma.
No. Lo que voy a señalar es lo que
cualquier adversario político con pocos escrúpulos y nula delicadeza debería
haber señalado: que haciendo eso, demostraban que los únicos que les apoyan son
aquellos que no están en posesión de sus facultades mentales.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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