Arturito Menos (y sus predecesores) dieron vida a
los republicanos de izquierdas como medio para aparecer en plan mal menor en las relaciones con Madrid…
y la cosa les salió rana, porque en las últimas elecciones generales ya han
sido superados por el gordo estrábico y sus muchachos (además de por los neocom).
El delfín
de Jorgito Poyuelo y el bizco adiposo
aventaron los rescoldos de la CUP, como fuerza de choque en sus chantajes a
Madrid. Pero esta nueva edición del juego poli
malo, poli peor les ha vuelto a salir rana, porque ahora se encuentran en
manos de Chancleto, la Click de Famobil y demás compañeros
mártires.
La última
oferta hecha a los antisistema –enchufes, dinero y prebendas… ¿quién se
resistiría?- parece agradarles a los dirigentes de los ultraizquierdistas,
gente que, al haber operado una temporada dentro del sistema, muestran menos
rechazo por el mismo y se mostrarían dispuestos a aceptarla. Sin embargo,
existe un pequeño problema.
Y ese
problema son las bases. Al ser un grupo de carácter asambleario, las decisiones
no las toma la élite, sino las bases. Y ya tenemos el ejemplo de las sentadas perroflauticas, en las que se hablaba, y
se hablaba, y se hablaba… y no se llegaba a ninguna conclusión, salvo la de
denostar el sistema.
Es decir,
que por mucho que las élites estén por la labor de aceptar la oferta corrupta y
burguesa, cabe la posibilidad –sólo la posibilidad- de que las turbas, más
refractarias a esos cantos de sirena, más espirituales por así decirlo,
rechacen la oferta… y Arturito se ve
a abocado a convocar unas nuevas elecciones (de acuerdo con esa legalidad
española de la que con tanto afán intenta desligarse) en la que, con toda
probabilidad, seguirá desangrándose en votos y escaños.
Al
tiempo.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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