miércoles, 23 de diciembre de 2015

Cuidadín con los perros de la guerra

Arturito Menos (y sus predecesores) dieron vida a los republicanos de izquierdas como medio para aparecer en plan mal menor en las relaciones con Madrid… y la cosa les salió rana, porque en las últimas elecciones generales ya han sido superados por el gordo estrábico y sus muchachos (además de por los neocom).
El delfín de Jorgito Poyuelo y el bizco adiposo aventaron los rescoldos de la CUP, como fuerza de choque en sus chantajes a Madrid. Pero esta nueva edición del juego poli malo, poli peor les ha vuelto a salir rana, porque ahora se encuentran en manos de Chancleto, la Click de Famobil y demás compañeros mártires.
La última oferta hecha a los antisistema –enchufes, dinero y prebendas… ¿quién se resistiría?- parece agradarles a los dirigentes de los ultraizquierdistas, gente que, al haber operado una temporada dentro del sistema, muestran menos rechazo por el mismo y se mostrarían dispuestos a aceptarla. Sin embargo, existe un pequeño problema.
Y ese problema son las bases. Al ser un grupo de carácter asambleario, las decisiones no las toma la élite, sino las bases. Y ya tenemos el ejemplo de las sentadas perroflauticas, en las que se hablaba, y se hablaba, y se hablaba… y no se llegaba a ninguna conclusión, salvo la de denostar el sistema.
Es decir, que por mucho que las élites estén por la labor de aceptar la oferta corrupta y burguesa, cabe la posibilidad –sólo la posibilidad- de que las turbas, más refractarias a esos cantos de sirena, más espirituales por así decirlo, rechacen la oferta… y Arturito se ve a abocado a convocar unas nuevas elecciones (de acuerdo con esa legalidad española de la que con tanto afán intenta desligarse) en la que, con toda probabilidad, seguirá desangrándose en votos y escaños.
Al tiempo.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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