Esta
semana pasada, con el cambio de manos de un importante paquete de acciones que
pasaron a un grupo extranjero, surgió la iniciativa, por parte de la agonizante Unión Democrática de Cataluña, de cambiar el nombre del
club de mis amores con el objetivo de priorizar la marca Barcelona (uno se pregunta entre quiénes, puesto que las
actitudes de la bruja Piruja están
ahuyentando a turistas e inversores por igual).
La
abrumadora negativa que han cosechado obligó al político
de Unió Jose Sánchez Libre, hermano del propietario de la mayoría de las
acciones vendidas a "Rastar Group", a emitir un mensaje en twitter en
el que afirmaba: "Como socio de
honor del RCD Español –la eñe es mía… a propósito de lo cual, siempre me he
preguntado por qué sigue llamándose Deportivo
y no Esportiu- me parece una barbaridad que se ponga en
cuestión el nombre de nuestro club. Orgullosos de nuestra historia".
En el entre tanto, numerosos mensajes llegaban a la cuenta de Unió con la
sugerencia de que quien debía cambiar de nombre era la formación, que no ha
obtenido representación parlamentaria en las últimas autonómicas tras separarse
de Convergencia.
Y es
que lo que les duele es que el nombre de español
no es por oposición a catalán, sino a extranjero (y más concretamente, suizo). Suizo era el fundador,
bautizado como Hans por mucho que los culerdos
lo rebautizaran como Joan. Suizos
son los colores del más que un club,
frente a los del almirante Roger de Lauria –apócrifos o reales- que campean en
la zamarra del club que tenía su sede en Sarriá y ahora la tiene en Cornellá.
Club
que, a propósito, es el que ha propinado la mayor paliza de su historia a ese equipo en el que la escuadra de origen suizo se fija hasta en el momento del
triunfo.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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