Sobre
el cambio climático hay mucho que discutir. En primer lugar, si se está
produciendo. En segundo lugar, si lo que está teniendo lugar es un
calentamiento o bien un enfriamiento (de lo de global ya ni hablamos). Y, finalmente, si el ser humano tiene un
papel determinante o no.
Personalmente,
creo que considerar que el sedicente calentamiento global tiene causas humanas
es un ejercicio de soberbia de proporciones colosales. No porque, como dijo
algún conocido mío, al ser creyente piense que la naturaleza ha sido creada
perfecta por Dios y que nadie la puede estropear, sino porque los tiempos del
planeta y los del ser humano marchan a muy distinta velocidad. Tan difícil me
resulta de creer que la mera acción humana va a desestabilizar el clima del
planeta (cuando ni los propios expertos de ponen de acuerdo en si el planeta se
calienta o se enfría) como que un cambio en el comportamiento humano va a ser
capaz de devolver el clima a su senda correcta (o, al menos, la que algunos
humanos consideran correcta).
Es,
como dice el titular, lo mismo que iniciar una dieta y declarar victoria tras la primera ensalada. O, menos aún, como cantar victoria después de haber visto
la composición de la dieta.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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