La sedicente Ley de Memoria Histórica sea probablemente inconstitucional (ya hablaré
de eso otro día), ya que establece una discriminación por razón de ideología –en
España, a diferencia de otras democracias como (por ejemplo) Alemania, no hay ninguna ideología prohibida…
y así nos va-, y en su aplicación ha sido parcial.
En efecto, por
lo que sé, dicho engendro legislativo prohíbe la exaltación de la Guerra Civil y
el franquismo. Lo curioso es que en lo relativo a la contienda sólo va contra aquello
que es digamos bueno respecto del bando nacional, pero no hace nada
en relación con el lado llamado rojo.
Así, es probable que desaparezca el monumento a Calvo Sotelo que hay en la Plaza
de Castilla de Madrid –el político fue asesinado antes de que se produjera el Alzamiento-, o la calle
de Mártires de Paracuellos (no es cuestión de que se recuerde la responsabilidad
de Carrillo en el tema), y tantos otros casos parecidos.
Esa manera de
pensar se ha trasladado a los llamados partidos
emergentes. Los neocom pintan la república como un oasis de paz y progreso,
cuando no lo fue; y los muchachos del repelente niño Alberto deben tener cuidado
con lo que dicen y piensan. Eso le ha ocurrido a un concejal de ese partido, que
ha cometido la osadía de decir (hace cuatro años) en Twitter que Mañana #20N se cumple el aniversario de Primo
de Rivera. Tus valores siguen presentes. Las ideas no se fusilan. Evidentemente,
los adalides del pensamiento progre,
de su partido y de otros, se le han echado encima como alimañas (otro habría sido el cantar si, por ejemplo, hubiera puesto Federico García Lorca o, no digamos, Luis Companys).
Mientras otros
alaban a tiranos y genocidas pasados y presentes, este buen hombre ha
dimitido por respetar a un político
que supo vivir y morir por sus ideas; que quizá las defendiera con energía excesiva,
al igual que sus seguidores, pero que era algo común en aquella época y a sus adversarios
políticos, de Carrillo a la Pasionaria, se los tiene en los altares laicos.
En una cosa estoy
de acuerdo: si se avergüenza de defender sus ideas, ha hecho bien en dimitir. El
que se pliega al pensamiento políticamente correcto me produce bastante asco.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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