Como
he leído hace poco en Facebook, la
democracia es válida mientras salen los resultados que nosotros deseamos.
Esta
afirmación es válida a este lado de los Pirineos (recordemos el España se ha equivocado de Alfonso
Guerra tras las elecciones generales de 1.979), pero también al otro. En la
primera vuelta de las elecciones regionales francesas, el Frente Nacional poco
menos que arrasó. No consiguió, es cierto, ninguna mayoría absoluta, pero fue
holgadamente la formación más votada.
Sin
embargo, ocurrió lo mismo que en las segundas elecciones presidenciales de
Chirac, aquellas que le enfrentaron en segunda vuelta al fundador del partido
de extrema derecha: que todos se unieron contra el enemigo común, la bicha a
la que de ningún modo querrían ver en el Elíseo, y el (francamente mejorable)
candidato de derechas consiguió el que ha sido, que yo sepa (¿lo ves, Nacho?
Así se marca uno un farol), el mayor apoyo de un presidente de la Quinta
República francesa.
Es
decir, que en la segunda vuelta todos los que no votaron en primera al Frente
Nacional han votado al otro candidato,
con lo que Marine Le Pen se ha quedado compuesta y sin gobiernos regionales.
Mientras, Sarkozy ha conseguido un apoyo que, como el del PP en 2.011, es
prestado. Si actúa igual (de mal) que sus correligionarios españoles, corre el
riesgo cierto de seguir su mismo destino.
A
Hollande, en cambio, parece no haberle servido de mucho su (relativo) repunte
de popularidad tras los atentados de París. Sic transit gloria mundi.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario