domingo, 6 de marzo de 2016

Que se ocupen de sus cosas, no de las nuestras

Los políticos en general –más si son de izquierdas- tienden a intentar modelar la sociedad conforme a sus puntos de vista. Esto puede conducir, en ocasiones, a situaciones delirantes.
Tomemos el ejemplo de los actuales regidores del consistorio madrileño. La que está a la cabeza es una antigua juez de ideología comunista que no hace tanto tiempo defendía la postura de que nueve de cada diez reclusos deberían ser puestos en libertad. La tropa que se encuentra tras ella –sólo en las listas electorales, porque en todo lo demás van muy por delante de doña Rojelia- es, como suele decirse, de lo mejorcito de cada casa. De cada casa ajena, porque proviene de ese movimiento profundamente jeta conocido como ocupas, esos que se consideran con derecho a entrar por las buenas (o por las malas) en un inmueble que no les pertenece y, haciendo de su capa un sayo, instalarse allí para hacer lo que tengan por conveniente (que, en general, resulta ser de lo más inconveniente para propietarios y vecinos).
Llegados al poder (o aupados al mismo gracias al grupo suciolisto, encabezado por alquien que, al igual que ocurre con los cromosomas masculinos y femeninos, se diferencia de la alcaldesa sólo por una letra), no han tenido empacho en pretender imponer sus criterios. Así, han instado a los vecinos a recibir a los ocupas como a un vecino más, dejando de lado los prejuicios y no llamando a la policía (total, está bajo el mando de los filocupas, así que…); al mismo tiempo, dan la posibilidad a ese tipo de movimientos de participar en la utilización de los espacios municipales.
Estos mastuerzos no se dan cuenta que, de hacerlo así, esos movimientos perderán su esencia, como las parejas de hecho que se registran (y pasan a ser de Derecho) o los antisistema que participan en el sistema (y se convierten en casta de la peor especie): si a un ocupa le alfombras la entrada, ya no ocupa nada…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

No hay comentarios: