Se
suponía que los neocom venían a la
política para cambiarla, para acercarla a la calle, para preocuparse de las
cosas que de verdad importan a la gente.
Sin embargo, una vez apoltronados, se han mostrado como los inútiles sectarios
que son, atendiendo únicamente a sus filias y –sobre todo las segundas- fobias
personales a la hora de actuar.
Así,
la bruja Piruja, como encuentra que
la palabra homenaje es machista y
discriminatoria, se inventa el vocablo mujeraje
cuando se trata de un acto laudatorio de una fémina; mientras, el Ayuntamiento
de Valencia ha instalado semáforos paritarios
en los que el monigote (o la monigota)
aparece con una falda, probablemente sin percatarse de que así perpetúan el
estereotipo sexista de que los hombres llevan pantalones y las mujeres falda (y
sólo falda); y el grupo parlamentario neocom
en el Congreso ha declarado que debería cambiarse el nombre de la fachada de la
cámara baja, porque mencionar sólo el masculino resulta discriminatorio.
Desde
luego, no sé cómo hemos podido vivir hasta ahora sin ellos… y no sé cuánto
vamos a resistir con ellos.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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