Una
de las características de los progres
–al menos, de los españoles, que son los que mejor conozco- es que critican en
los demás conductas que, cuando son realizadas por ellos, resultan
perfectamente disculpables, del nepotismo
iletrado a la evasión fiscal.
El progretariado ha hecho bandera de la
defensa de lo que ellos llaman orientación
sexual (lo de orientación quizá
tenga que ver con la famosa frase de anda,
ven p’acá que te voy a poner mirando a Cuenca, digo yo). Cuando es la derecha la que critica a este/esta/esto es porque es rancia,
intolerante, fascista, retrógrada, homófoba (huy, perdón, elegebetófoba) y
demás perlas que esta gente dedica a los que no piensan como ellos.
Tomemos,
por ejemplo, el caso del defraudador Monedero. Ha dicho que Su Majestad el Rey
Felipe VI por lo menos es bisexual. Eso
sí, no ha aclarado el sentido de la expresión por lo menos. ¿Es que hay una gradación, con heterosexual en la
parte de abajo, homosexual en la de arriba y bisexual en la del medio? Con ello,
la mayor parte de la humanidad sería nada
más que heterosexual. ¿O quiere implicar, por el contrario, que la gente
puede ser asexual, monosexual, bisexual, trisexual, polisexual? Cuantas dudas,
Dios mío…
En
cualquier caso, ¿a quién coño le importa la opción sexual del Jefe del Estado,
si ello no interfiere con sus funciones? ¿No son tan progres? A ver si resulta
que no o van a ser…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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