Mi
primer contacto (a nivel de conocimiento, quiero decir) con la NBA fue a
mediados de los ochenta, cuando se empezó a publicar el coleccionable de Mi baloncesto, de Antonio Díaz Miguel.
Precisamente en esa época estaba en su cénit la rivalidad entre Magic Johnson y Larry Bird, dentro de la
más general entre los Celtics y los Lakers.
De esa
época es, por supuesto, el considerar a los de Boston como mi equipo favorito
de la NBA, con un quinteto que podía (y puedo) recitar de carrerilla: Dennis Johnson, Danny Ainge, Larry Bird, Kevin McHale y Robert Parish. Y de esa época
son también, creo, las primeras retransmisiones en España de la liga
estadounidense, con la voz y el estilo inconfundibles de Ramón Trecet.
Luego
llegaría la época del reinado de Michael Jordan y sus Bulls, para muchos el
mejor jugador de baloncesto de la Historia. Sin embargo, suelo decir que lo de
Jordan no tiene mérito: de un alero negro de dos metros, lo menos que se espera
es que salte como un gamo. Más mérito tiene ser un base de dos metros con cinco
centímetros, o un alero blanco y más bien lento (con el hándicap añadido de
unos dolores crónicos de espalda de los que no supe hasta mucho tiempo
después).
A lo
que voy. La crónica de esa rivalidad, que comenzó antes de la universidad y que
desembocó en respeto mutuo e incluso amistad profunda es probablemente la obra
de no ficción más entretenida que haya leído en mucho tiempo. Y por mucho que
la coautoría incluya a las dos leyendas del baloncesto, el mérito creo que
corresponde a la periodista Jackie MacMullan.
Aunque
claro, con una historia así, difícil sería no hacerla entretenida. Y el título original (Cuando el juego era nuestro) es mucho más ajustado que la traducción, aunque no tenga ese regusto ochentero a canción de Loquillo y los Trogloditas.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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