Desde
el comienzo, los movimientos de izquierdas (probablemente también los de
derechas, pero eso no viene a cuento para la intención de esta entrada) se han
dedicado a jugar dos bazas, una cara al exterior y otra para consumo interno.
En
cuanto al exterior, es inveterado el recurso al populismo, a los lemas fáciles
(como el de proletarios del mundo, uníos),
a la demagogia más ramplona. En cuanto al interior, se resume en una sola
palabra: depuración. No cabe la posibilidad de permitir que haya nadie que
pueda aspirar a ser califa en lugar del califa, y así Marx se libró de los
anarquistas, Stalin de Trotsky, Fidel Castro de Ernesto Guevara, y tantos y
tantos otros casos.
Ahora,
en Andalucía, se vuelve a esas recetas una y mil veces preparadas, y Teresa
Rodríguez copia milimétricamente al PSOE de 1.982: andalucismo de cara a la
galería, y castigos a los críticos de puertas adentro.
Sólo
en una cosa acertó Marx. En aquello de que la Historia se repite, primero como
tragedia y luego como farsa
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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