La
historia de la extrema izquierda es la de un inacabable proceso de
depuraciones. Todavía en época de Marx, los socialistas (léase, comunistas) echaron
a los anarquistas. Más tarde, en Rusia, los bolcheviques echaron a los
mencheviques… y poco después, Stalin fue echando a todos aquellos de los que
sospechaba. A continuación, los comunistas chinos tuvieron su propia serie de
depuraciones (que si la Revolución Cultural,
que si banda de los cuatro…). Más cerca,
tanto en el tiempo como en la distancia, los terroristas vascos sufrieron su
propia depuración, cuando se separaron los de la llamada Eta Político-Militar.
Ahora
parece que ha llegado el turno de los neocom,
donde las disensiones entre lo que podríamos llamar moderados (o prágmáticos) y
exaltados (al fin y al cabo, los dos grupos que siempre han estado en lucha en
todo tipo de organización) han llegado a tal extremo que incluso han paralizado el grupo parlamentario en el Congreso. Entre fintas y movimientos, la cosa está
entre quienes controlan el aparato
(es decir, Junior y sus seguidores) y
quienes parecen querer ser califa en lugar del califa (Errejón y otros, como
los llamados anticapitalistas).
Y a
pesar de que algunos piden un debate de altura para saber qué rumbo debe tomar el partido, y a pesar de que se les
llenaba la boca cuando juraban y perjuraban (más lo segundo, visto lo visto)
que todo lo harían con luz y taquígrafos, y no mediante conferencias en
reservados, el hecho es que el número uno
y el número dos han acabado pasando de la dirección del partido y
reuniéndose ellos dos en un despacho, a puerta cerrada, para intentar dirimir
sus diferencias.
La conclusión
es que Junior ha adoptado la postura
de todo autócrata, es decir, o se está con él, o se está fuera, puesto que ha
exigido el fin de los partidos dentro dePodemos tras el próximo congreso. Y, al parecer, el gran visir se ha
plegado, puesto que las noticias que han salido es que en esa conferencia
secreta se ha alcanzado un acuerdo de mínimos.
Cuando
aprietas mucho algo, pueden pasar dos cosas: que la presión mantenga las cosas
controladas, como ocurre con el carbón, que da lugar al diamante; o que la cosa
acabe reventando, como sucede cuando presionas demasiado un globo hinchado, que
acaba explotando. Junior parece creer
que conseguirá lo primero. Yo, la verdad, deseo que ocurra lo segundo. Dado que
los neocom son un batiburrillo de lo
que el de la coleta llama partidos,
no es sólo deseo: es convencimiento.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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