Hace
un par de semanas se publicaron los datos del Informe PISA. Ese que, para
decirlo en pocas palabras, mide la calidad del sistema educativo en los
diferentes países. Ese informe en el que, vez tras vez, los alumnos españoles
no están precisamente entre los primeros de la clase, los que sacan mejores
notas, sino más bien todo lo contrario, entre los que vuelven a casa con una
mochila cargada de cates.
Sin
embargo, esta vez se ha producido una novedad, y España ha mejorado en todas las materias. Hay que reconocer que dado el ínfimo nivel medio de la educación
española, esa mejora no era en absoluto difícil. El informe ha puesto también
de manifiesto las grandes diferencias que hay entre unas regiones y otras,
siendo Andalucía de las más retrasadas: prácticamente un curso y medio con
respecto a las más adelantadas.
Ante
esta circunstancia, las reacciones fueron diversas: desde echarle la culpa a
Franco (quién si no) a achacarlo todo a una conspiración o, como hizo el consejero del ramo, restar credibilidad al
informe. Porque hay que tener en cuenta que Andalucía es la única autonomía de
España en la que jamás se ha producido una alternancia en el gobierno. Es la
comunidad autónoma en la que los socialistas llevan gobernando ya más tiempo
del que Franco gobernó en toda España. Si en todo este tiempo no han conseguido
deshacer lo (presuntamente) hecho por el Generalísimo, ¿de quién es la
responsabilidad?
Por otra parte, también ha quedado de
manifiesto que gastar más no es sinónimo, necesariamente, de mejor educación. Y
es que lo importante no es cuánto te gastas, sino cómo lo haces. Y ya sabemos
que los socialistas, como el dinero público no
es de nadie, lo derrochan a manos.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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